En medio de la pandemia estaba totalmente claro que transportarse en bicicleta era una opción válida y deseable, en especial porque Bogotá se encontraba desocupada, la gente trabajaba desde sus casas y el aislamiento social era una necesidad imperiosa.
Bajo ese escenario, era completamente lógico que parte de las vías se destinaran y se adecuaran para garantizar la seguridad de los ciclistas y evitar las aglomeraciones. No obstante, la realidad hoy es otra, pero la administración distrital no se ha dado cuenta e insiste, sin ningún sustento técnico, en someternos a malgastar parte de nuestras vidas en un trancón.
En Bogotá, inexplicablemente todavía se mantienen carriles exclusivos para bicicletas en vías arterias, muchos de ellos redundantes con ciclorrutas cercanas e incluso en vías que están siendo intervenidas, tal como sucede con la Autopista Norte o la Avenida 68. A veces parece una pesadilla irónica ver carriles totalmente desocupados mientras en el carril contiguo miles de bogotanos, en medio del trancón, lo único que ven moverse es el implacable reloj que los impacienta y enfurece.
Para leer el artículo completo por favor ingrese al link FUENTE: Revista Semana